8.00 Sonido de despertadores que nos recuerdan que estamos en el campamento y que estamos agotados. Por ese orden. Tras cinco o seis tonos, alguno es capaz de incorporarse.
8.20 Nos encontramos en la capilla. Es voluntario, pero solemos estar todos. Silencio profundo, solo roto por los acordes de una guitarra y el rumor del río. Sin textos, solo contemplar y ofrecer a Dios nuestro trabajo.
8.30 Desayuno de los monitores. Casi siempre de trabajo, ocasión para repasar tareas y turnos. No más allá de los diez minutos aparecen las primeras caras de los críos madrugadores tras el cristal.
9.00 Desayuno de los chicos. El comedor se torna ensordecedor. Fin del sosiego... Una jarra aquí, la leche especial para los intolerantes a la lactosa, falta cola-cao en la número cinco. Dos sin magdalenas en la tres, ¡no! son seis.
9.30 Se desata una batalla campal en las habitaciones. Tiempo de oficios. Los monitores se enfrentan con valor a los rincones de la ponzoña y buscan a sus responsables. Continúan las algaradas, cursos acelerados de manejo de escoba, fregado y balleta.
10.00 Retorna el silencio. Escaso y momentaneo. Presentación del día y acción de gracias. Porque sí. Por la salud, por la vida, por la amistad... por todo aquello que solo reconocemos en su ausencia.
10.30 Cuando el cuerpo tiene ya la sensación de haber cumplido una jornada laboral el anuncio del "actividad número uno" suena demoledora...
Reunidos por grupos ponemos palabra a sentimientos, experiencias, hablamos de vosotros, de los hermanos, de lo que vivimos en el cole y en casa...
11.30 Media mañana. Chocolate, embutido... y música que invita a mover los pies al ritmo de los pasos aprendidos en los talleres.
12.00 Los acordes de loa BSO de Harry Potter nos convocan a todos. Comienzan los deportes. Uno de los coordinadores llega de la compra. En cocina se trabaja hace cuatro horas.
13.00 Trasiego por los pasillos y escaleras. Cangrejeras, toalla y a disfrutar del río, que estamos vacunados. Cinco monitores inauguran el turno de pinches para terminar las tareas de cocina. Todos menos Javi que, por ser el socorrista, sabe que en esta hora nos ponemos en sus manos.
14.00 El cuerpo ha pasado por todo tipo de experiencias: el estrés del comedor, el esfuerzo de los deportes, la concentración en la reflexión... A estas alturas ya no sabe a qué atenerse.
14.30 El comedor alcanza sus máximos en decibelios... falta una jarra, dos más de pan por favor, ¿el cazo?, niño come... ya sé que no te gusta pero hay que probar sabores, que la realidad es más amplia que nuestros gustos, dos de postre, dos de alergias a la tres, el filete sin rebozo de huevo para la cuatro...
15.30 La cabeza va a estallar. A cuatro peticiones por segundo se roza el colapso... Pasamos a recoger... Niño la jarra del agua... las migas, por favor, coloca la silla que no tenemos mayordomos, fregando... el fairy no es el jabón de manos, vas a montar la fiesta de la espuma...
16.00 Come el segundo turno. Los monitores que sirvieron, los pinches, coordinadores y cocina... Fuera los niños siguen inagotables... la pelota, los libros para prestar de la ludoteca... Monitores, comemos rapidito, a las 16.30 volvemos a las andadas...
16.30 De nuevo, los acordes de Harry Potter, su cadencia recuerda al cuerpo que una siesta sería bálsamo mágico; la llegada de los niños que no toca... Tiempo de talleres. Pulseras, muebles de cabuyería... como si me hubiesen dado un curso de bricolajes varios...
17.30 La merienda... ¿estos niños no se saciarán nunca?... Cinco minutos para un bocadillo. Fulanito se ha hecho una herida... enfermería..., menganito a vuelto a enfadarse con futanito, creo que ya van diez veces hoy...
18.00 ¡Gran juego! Las piernas no acaban de comprender esta programación. Tras diez horas de pie pagarían por una partida de ajedrez o de parchís...
19.00 ¡A la ducha! Los niños, claro. El cuerpo del monitor contempla con nostalgia los placeres de una ducha reconfortante, pero hay mucho que hacer... seguimos sin piojos, vamos a desenredar el pelo a esta cría pequeña, niño no te pongas la misma camiseta, fulanito los gatos son más meticulosos que tú en el lavado... En las habitaciones, la batalla de la mañana resulta evidentemente una derrota.
20.00 Celebración. El que la liturgia cristiana se haga sentados es un verdadero invento. Todos en silencio y los niños escribiendo en sus diarios al son de la música tranquilizadora. Tanto que llega el sopor. Nos ha estado persiguiendo desde la 17.00 y solo ahora fue capaz de alcanzarnos...
21.55... Faltan cinco minutos para la cena. Los niños siguen jugando, la música suena... son inagotables... Mejor los cuidamos sentados, para estar pendientes de ellos, a estas horas parece más que suficiente...
Entonces sucede. Estar sentado en un banco es un reclamo para los que necesitan mimos. Se acerca una de ellas. Huele a gel de ducha y a fresquito. Se acerca sin mediar palabra. Y da un espontáneo abrazo al monitor mientras le dice al oído... "Gracias por prepararnos todo esto. Me lo estoy pasando tan bien...".
El cuerpo sabe que aún queda el comedor y sus decibelios, servir, recoger, limpiar los cacharros, convocar a los niños, la velada, acostarlos, tranquilizarlos hacer guardia y la reunión... pero las palabras de la niña generan un eco en el interior cuyo mensaje de fondo es: "tiene sentido". Y bajo esta premisa, el cuerpo accede obediente aceptando que el descanso llegará el veintinueve de julio y que, entretanto, hay que dar muchas gracias a Dios.